Ahorrar gasolina haciendo más kilómetros es posible, tan solo evite girar a la izquierda. Esa es la consigna que siguen los conductores de la empresa de reparto de mercancías UPS para disminuir el gasto de combustible, reducir las emisiones contaminantes y ganar eficiencia en la tarea de reparto.

Según lo aplicado por UPS, un coche que circula por el lado derecho de la calzada -el sentido natural del tráfico en multitud de países- gasta menos gasolina si evita las intersecciones en las que debe girar a la izquierda, lo que conlleva ceder el paso a los vehículos que vienen por el sentido contrario y por ende detenerse, malgastando tiempo, combustible por el hecho estar detenido y acelerar y parar continuamente. Además, el riesgo de colisión se incrementa notablemente.

Por ello, la compañía estadounidense basa sus rutas desde 2004 en un software de navegación modificado que les traza de forma automática recorridos en los que se evita este tipo de giros aunque sea necesario hacer distancias largas, salvo en las ocasiones en las que no haya otra opción. De esta forma, según explica en The Conversation Graham Kendall, profesor de Ciencias Informáticas en la Universidad de Nottingham, el porcentaje medio de giros a la izquierda que realizan los conductores de UPS es tan solo del 10%, mientras que los cambios de dirección a la derecha se disparan hasta el 90%.

Un peculiar método de circulación con el que la empresa asegura haber ahorrado cada año 10 millones de galones (3,78 millones de litros) de gasolina, emitido 20.000 toneladas menos de CO2 y entregado 350.000 paquetes más. Por si fuera poco, además ha podido retirar de la circulación 1.100 camiones de reparto realizando el mismo trabajo y paradójicamente ha reducido la distancia total en casi 46 millones de kilómetros al año pese a hacer rutas más largas.

Pero esta apuesta no es un invento de UPS, sino que se basa en un algoritmo introducido por el reputado profesor físico y matemático estadounidense George Dantzig en 1959, el cual por aquel entonces hacía referencia a este efectivo método para maximizar los recorridos de los camiones.

Es esperanzador pensar que todos los vehículos que recorrer las ciudades, especialmente aquellas con el mayor número de atascos, llevasen a cabo este método. Si bien, es en ese momento cuando entra en juego el dilema del prisionero al que hace referencia Independent.

Este defiende que, evidentemente, el esfuerzo unificado de la sociedad produciría una mejora radical en la contaminación y el ahorro en gasolina; no obstante, siempre existirá aquel conductor ‘pillo’ que se aprovechará de ese supuesto para acortar por el centro de las urbes afrontando las intersecciones sin esperas, desarmando así el sistema.

En cualquier caso, a tenor de las cifras de las que alardea UPS la siguiente cuestión es inevitable: si esa reducción se logra con menos de 100.000 vehículos en circulación de forma diaria, ¿qué ocurriría si todos los Gobiernos se pusiesen de acuerdo para fomentar este método y se apostase por una circulación más fluida?